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Roberto Arlt: ¿Escribiría hoy en un blog?

Yamil Salinas Martínez
Yamil Salinas Martínez
3 minutos

Recuerdo que en tiempos de la universidad era muy común tomar algún académico o teórico relevante y bajo dudosas hipótesis y forzando argumentos, decir que tal o cual autor “se había anticipado” a alguno de los más contemporáneos. Eso en algún punto nos divertía porque en general la mayoría de esas transpolaciones era muy floja y con bases que rozaban lo absurdo. Hace poco, y sin quererlo, Jorge Luis Borges fue parte de una de esas conjeturas al tomarse uno de sus libros, “La Biblioteca de Babel”, como el prólogo de lo que hoy es Internet, y en consecuencia, muchos medios titularon el clásico “Borges ya había anticipado lo que sería Internet”.

Hoy quiero hacer una defensa de esas “anticipaciones”, no tanto por el legado escrito sino por el estilo. Todos sabemos que Roberto Arlt fue uno de las plumas más notables de la literatura argentina, aunque bien hay que remarcarlo, en su vida no fue un escritor reconocido por las “instituciones” tradicionales y su rol o figura estuvo más cerca de la marginalidad que del gran círculo del mainstream, como suele decirse hoy. Entre sus obras más conocidas y citadas se encuentran clásicos como “Los siete locos”, “Los lanzallamas” o el archileído “El juguete rabioso”; constituyendo precisamente su aporte al género de novela el más divulgado.

Pero bien, hay una faceta de Arlt que quizá no es tan difundida y esa es su labor de crónica periodística cotidiana, y más precisamente, su trabajo en el diario argentino “El Mundo” durante los años 1928 y 1942. En ese período, Arlt mantuvo una columna diaria que llevaba como nombre “Aguafuertes Porteñas”, que no eran más que pequeñas apostillas, observaciones y pinceladas de la vida urbana en la Buenos Aires de principio a mitad de siglo XX. Con sus Aguafuertes, Arlt se convertiría en testigo y cronista de los cambios sociales, económicos y políticos de toda una generación, y no sólo de la Argentina, sino también de los acontecimientos del mundo.

Los temas tratados en las Aguafuertes son de los más variados, yendo desde situaciones callejeras, hábitos y costumbres de la ciudad hasta los retratos sociales de la época (vigilantes, canillitas, fiocas, comerciantes, mujeres, jóvenes, entre otros), pasando por el relato de las innumerables obras urbanas de la Buenos Aires de entonces (demoliciones, inundaciones, ensanches de avenidas históricas) . También fue un gran polemista con sus lectores, hablando de matrimonios, divorcios e Iglesia (en la década del ’30).

Ahora la pregunta que me gustaría compartir con ustedes es, Si Roberto Arlt escribiera sus Aguafuertes hoy, ¿lo haría en un blog?. Yo creo que sí. Me sorprendieron de sobremanera dos cosas para responder a esa pregunta.

En primer lugar, el estilo de redacción de Arlt en las Aguafertes es muy similar al que un bloguero cualquiera, esto es, muy informal, corto y sencillo, citando siempre la fuente de “el que le pasó el dato”. En este punto Arlt testifica el quiebre entre esa estética literaria modernista, apegada a unos cánones precisos, y la prosa actual. Por otra parte, lasAguafuertes siempre hablan sobre un tema en particular (como los posts de hoy), y a veces continúan en otros, enriquecidos con los comentarios de los “lectores”, que en este caso, en vez de comentarios en el blog son mediante cartas enviadas a la redacción. En este punto tampoco estaba exento de “trolls” o lectores enfurecidos por tal o cual postura u opinión, que Arlt con soltura y oficio (como el de un blogger) se dedicaba a neutralizar.

Si Arlt viviera hoy, estoy seguro que podríamos encontrarlo posteando en blogs como Buenos Aires Ideal, o quizá en algún blog “de diario masivo”. Por ahí podría pasarse por blogs como el de Funes, dejar un comentario en Buenos Aires Lado B y reírse de las minas de Bestiaria, con sus caracterizaciones de gente común y estereotipos urbanos.

Les recomiendo leer algunas de las Aguafuertes de Arlt no sólo por el valor de su narrativa histórica sobre Buenos Aires, sino también para notar que alguien, hace mucho tiempo atrás, ya era bloguero sin haberse inventado los blogs.