Guía de Lectura: "Nuestra parte de noche" (Capítulo 1)
Las garras del dios vivo, enero de 1981
Las garras del dios vivo, enero de 1981
El libro comienza con el relato de los preparativos de Juan Peterson y Gaspar, su hijo de seis años. Viajarán en coche desde Buenos Aires hacia la provincia de Corrientes, en el noreste argentino. El trayecto recorrido por Juan y Gaspar comprende unos 600 kilómetros y en coche se tarda unas seis o siete horas. En una parada para comer se nos cuenta que Rosario, la madre de Gaspar y pareja de Juan ha muerto hace poco en un accidente.
Juan y Gaspar pasan la noche en el Hotel Panambí, que en guaraní, lengua originaria de esa zona argentina y del Paraguay significa “mariposa” o “transformación”. Es en este hotel donde conocemos la primera percepción de Gaspar de personas muertas, o “ecos”, como las llama su padre. La primera visión de Gaspar es (“una mujer sentada en la plaza frente al hotel, que miraba hacia la ventana con la boca abierta”). Juan no se sorprende: su hijo tiene poderes. Al volver de cenar, con su guía, Gaspar aprende a ordenar (“usando la voz entre la columna y el estómago”) a esos espíritus que se alejen. Juan teme que su hijo tenga poderes incluso superiores a los suyos.
En el baño del hotel Juan ejercita un ritual de comunicación con Rosario, aunque no consigue verla ni conectar con ella. Juan se llena de frustración.
Al otro día, Juan y Gaspar van a visitar a Tali, medio hermana de Rosario y parte de la familia, que vive en el monte, en una casa alejada de la ciudad. Allí conocen la vieja Capilla del Diablo, (una iglesia construida por un italiano que, misteriosamente, nunca fue consagrada por las autoridades católicas), y el santuario de San La Muerte. Se conoce algo del pasado de Rosario, Tali y Juan durante la adolescencia. Tali, con un espíritu rebelde e indomable, nunca pudo estudiar en los colegios de Buenos Aires. Rosario, por su parte, se fue a estudiar a Inglaterra.
Allí Juan le comenta a Tali que él percibe una suerte de bloqueo, de una fuerza superior que está reteniendo a Rosario e impide que se comunique con él. En este pasaje hay dos referencias interesantes. La primera está relacionada con la carta de “La luna” del tarot de Marsella, que Juan garabatea hablando con Tali. Algunos especialistas en el Tarot de Marsella consideran al arcano de la Luna como el guardián de la sombra, como el dueño de los secretos que alberga el fondo del alma humana. La Luna revela una persona que está viviendo emociones fuertes y debe encarar con serenidad. Algunos autores designan esta Carta como "la noche oscura del alma" o "la noche del espíritu", lo que demuestra bien el carácter sombrío a ella asociada. La otra referencia es Nyx, la diosa griega de la noche. En una conversación sobre mitología griega que Juan y Gaspar mantienen, él habla de Nyx como una “diosa olvidada”, que al casarse con Érobo (la oscuridad) tuvo dos hijos mellizos: Hypnos (sueño) y Thanatos (muerte), “tan parecidos y tan diferentes”, dice Enríquez. Tali recuerda la primera vez que participó de un Ceremonial de la Orden, en su iniciación, y la sorpresa al ver a Juan ocupando el lugar de poder y médium.
Volviendo a la historia, Juan acompaña a Tali a hacer una protección al templo de San La Muerte, y lo hace dibujando un sello (“que me fue dado hace poco”), según él. Más tarde, ya de vuelta en la casa, Tali ayuda a Juan a vendarse la mano y le confiesa su amor y dificultad para tenerlo en el olvido. Entre ellos hay una atracción que excede lo físico, es una conexión espiritual.
Más tarde Juan, Gaspar y Tali se dirigen a una laguna cercana a pasar el día y nadar. Mientras Gaspar está disfrutando del baño, ellos mantienen una conversación privada, casi encriptada e imperceptible para el resto de la gente que está en la playa. En esta charla Juan le confiesa a Tali que sospecha que Mercedes Bradford –madre de Rosario– y Florence –líder de la Orden, ordenaron matarla. El accidente, según él, no ha sido nada casual. Cree que las motivaciones residen en que Rosario nunca cedería a Gaspar a la Orden, ya sea como un nuevo médium o como un simple receptor de las capacidades y la conciencia de Juan. Cree, además, que el próximo paso de la Orden es probar las condiciones psíquicas de Gaspar. Juan le confiesa entonces su plan: procurar que esa prueba no sea satisfactoria, así dejan libre a Gaspar y poder ganar algo de tiempo hasta que crezca y tenga que pasarle sus condiciones de médium. Juan necesita que Tali y Stephen protejan a Gaspar de cualquier intento de la Orden por tomarlo.
Al volver de una “chamameceada” (una reunión informal entre amigos y vecinos para escuchar y bailar chamamé) Tali le ofrece a Juan la ayuda de San La Muerte para protegerlo y recuperarse de sus dolencias físicas. Acuden a la Capilla del Diablo y allí ejercen un ritual, que contempla la inserción de un talismán en el cuerpo de Juan. A mitad de camino entre la ofrenda y el resguardo de seguridad, Juan deja a la custodia del santo un mechón de pelo de Rosario.
Juan y Gaspar deciden seguir su camino. Se dirigen en coche hacia Puerto Reyes, la mansión de los Bradford en el medio de la selva. Durante el viaje, Gaspar le confiesa a su padre que ha visto otra presencia (“los señores que no son”) la noche anterior, en el río. Juan, para tranquilizarlo, le asegura que no pueden hacerle daño, que solo se aparecen y no puede siquiera tocarle. Gaspar comienza a sentirse mal y se ve obligado a detener el coche al costado de la carretera para que el niño pueda vomitar.
Al poco tiempo, detrás de ellos, un coche se detiene y una persona se acerca a ofrecerles ayuda. Su nombre es Andrés, y le sugiere llevar a Gaspar a una modesta tienda de alimentación y bar (“proveeduría”) a unos doscientos metros de distancia. Allí Gaspar podrá descansar y reponerse de su migraña. Mientras tanto, Juan y Andrés conversan en el bar. Allí Andrés le cuenta que es fotógrafo y está haciendo un trabajo por la zona de Mesopotamia. En esta parte se revela uno de los tantos poderes de Juan: la atracción física que provoca tanto en mujeres como en hombres. El fotógrafo le practica sexo oral dentro de la proveeduría, y Juan siente una recarga de energía. Esto es algo que permanecerá en toda la historia: el sexo como alimento y proteína para enfrentar los rituales que Juan tendrá que realizar. Dice que en la Orden lo llaman la “doble corriente”, prácticas sexuales con hombres y mujeres, indistintamente, que exceden lo físico. Gaspar se despierta algo recuperado, y esto anima a Juan a seguir el viaje. Andrés les pide un último favor: tomarles una fotografía antes de despedirlos. Juan, a regañadientes, accede y posan con Gaspar para Andrés.
Juan y Gaspar llegan a la ciudad de Corrientes y buscan un hotel donde alojarse. Tenía que probar que Gaspar poseía más poderes de los que él creía. Para despejar la duda se dirigen al cementerio local a practicar un ritual. Allí, de forma improvisada y poco precisa, ordenan los elementos para hacer una invocación al Quinto, un demonio que tiene la particularidad de no poder mentir. Todo lo que se le preguntara –y allí estaría la habilidad de Juan– tendría una verdad como respuesta.
Al comenzar el ritual Juan advierte la primera sorpresa, y es la capacidad que tiene Gaspar para ver demonios, algo que excede su edad. En pleno trance Juan pregunta al Quinto si conoce el lugar donde está Rosario, y éste le responde de forma tajante: “está con los que te hablan”. Juan se da cuenta inmediatamente que Rosario está en la Oscuridad. Más tarde Juan y Gaspar van a visitar las Cataratas del Iguazú, y en concreto la Garganta del Diablo, el salto de agua más espectacular y extraordinario de ese paisaje natural.
En esta parte del capítulo Enríquez nos da un contexto de las dos familias protagonistas de esta historia: los Bradford, terratenientes de origen inglés y sus socios los Reyes, de origen español. Ambas familias se unen por ser parte de la Orden y también por la boda de sus respectivos hijos, Mercedes y Adolfo, en 1949. También nos introduce en un detalle crucial de la historia, y es el hallazgo de Jorge Bradford, médico cardiólogo, de Juan Peterson cuando era niño. El médico, parte de la familia y de la Orden, reconoce inmediatamente sus capacidades espirituales y de percepción. Juan provenía de una familia muy humilde y modesta de inmigrantes que, por no poder mantenerlo, ceden la crianza y cuidado los Bradford. Las superlativas capacidades de Juan como médium –aún siendo niño– hace que los Bradford ganen mucho peso e importancia dentro de la Orden.
De regreso a la historia, Juan y Gaspar llegan a Puerto Reyes, la mansión familiar y sede de los Ceremoniales. Los reciben Adolfo Reyes, casi borracho, y Mercedes Bradford, con su característica frialdad. Gaspar no se siente muy cómodo con sus abuelos.
Dentro de Puerto Reyes, Juan mantiene un encuentro con Stephen, hijo de Pedro Margarall y Florence Mathers, líder de la Orden. Ambos se conocen hace más de veinte años y se tienen una gran confianza. La recepción de Stephen es también fría, y le recrimina a Juan la vulgar demostración de poder en el cementerio de Corrientes. Enseñándole un periódico local, se entera que el cuidador del cementerio ha fallecido y él ha tenido que encargarse de tapar todo ante las autoridades y la policía. Todo esto parece no importante demasiado a Juan, que pide a Marcelina, la vieja criada de la casa, que se encargue de cuidar de Gaspar mientras él se prepara para el Ceremonial.
En los momentos previos, llenos de tensión y nerviosismo, Juan se encuentra en uno de los tantos jardines de la casa con Tali y Stephen. Ellos son las únicas personas de su confianza dentro de la Orden. Ambos están ayudando a proteger a Gaspar de que los superiores le inicien en el rito de pasaje. No obstante, ellos sospechan que por su salud y rebeldía, Juan no durará mucho tiempo más.
El Ceremonial se pone en marcha. Asistimos a la transformación de Juan como médium y portal a la Oscuridad. Se procede a entregar los sacrificios y las ofrendas –personas pobres e indefensas que mantienen cautivas– pero también a miembros iniciados. La Oscuridad invade la sala y se alimenta, sin control, de todo lo que encuentra a su paso. En ese derrotero provoca amputaciones en los miembros de muchos asistentes al ritual, que son tratadas como marcas de honor. Los marcados por la Oscuridad tienen un status distinto dentro de la Orden. Como siempre ocurre, Juan acaba el ritual exhausto.
Más tarde, y ya algo recuperado, Juan mantiene una reunión con Florence, Mercedes y otra líder de la Orden. Quieren agradecerle la potencia del ritual, en el que la Oscuridad se llevó a ocho personas, todo un récord. Juan elude los elogios y sabiendo de su poder y cuánto necesitan de él, va directamente al grano: les pregunta si saben dónde está Rosario. Florence le confiesa que ellos la tienen, pero fuera de alcance. Hicieron un conjuro que salió mal y la Oscuridad la tiene en un lugar oculto que desconocen. Inteligentemente, chantajean a Juan para que durante los rituales intente averiguar dónde queda ese lugar y recoger su espíritu. Esto les permitirá que Juan siga convocando hasta encontrar respuestas.
Juan baja al túnel que conecta la casa principal con la casa de huéspedes y encuentra a las decenas de personas, adultos y niños, que Mercedes Bradford tiene cautivas en jaulas para los sacrificios. La mayoría son niños indígenas, o hijos huérfanos de los sacrificados anteriormente. Según Mercedes, esto se hace para la búsqueda de nuevos médiums. Para Juan, solo existe para satisfacer el sadismo de su suegra. En este lugar, profundo y aterrador, Mercedes le da a entender que envió a matar a su propia hija, para defenderse de un supuesto plan de Rosario para matarla. Juan, en un rapto de ira, hiere a su suegra y la deja encerrada en el túnel con todas sus criaturas prisioneras.
Padre e hijo se preparan para dejar Puerto Reyes e ir hacia el aeropuerto para coger el avión hacia Buenos Aires. Antes de partir, Marcelina le entra a Juan algunas pertenencias que eran de Rosario, entre ellas, una Mano de Gloria. Esto es un potente amuleto y objeto de poder que la Orden desconoce. Juan se la confía a Tali, que lo esperaba fuera de la mansión para llevarlos en coche al aeropuerto.
Contexto histórico
La Dictadura Militar Argentina (Proceso de Reorganización Nacional)
Este capítulo se desarrolla en Argentina durante el año 1981, en pleno período de gobierno de la última dictadura militar argentina. Hablar de este momento histórico puede resultar extenso y complejo, aunque hay dos elementos que son centrales para contextualizar Nuestra parte de noche y que necesitan ser reseñados para un mejor entendimiento de la obra.
a. Terrorismo de Estado: plan sistemático de desaparición de personas
La última dictadura militar argentina (1976-1983) puso en marcha un plan sistemático de represión y violencia contra aquellos ciudadanos que eran considerados “subversivos”, es decir, opositores políticos, activistas sociales, estudiantes, sindicalistas y cualquier persona considerada una amenaza para el régimen. Esta represión, sistemática, ordenada y con alcance en todo el país incluyó desapariciones forzadas, torturas, asesinatos, detenciones ilegales, robo y apropiaciones de niños.
Durante esa época era muy común que las fuerzas de seguridad mantengan operativos de búsqueda y captura de miembros de organizaciones clandestinas (fundamentalmente Montoneros, ERP, FAP, ) en las principales rutas y arterias de tránsito terrestre. De allí que Juan tome los recaudos para no levantar sospechas en su viaje con Gaspar, y tenga cierta desconfianza con otras personas durante el trayecto.
Durante este período, las fuerzas de seguridad y cuerpos militares establecieron centros clandestinos de detención (también denominados “pozos”, como veremos más adelante en la historia) donde llevaban a cabo interrogatorios violentos y torturas a los detenidos. Muchas personas fueron secuestradas en operativos nocturnos y llevadas a estos lugares, al margen de toda ley, donde eran sometidas a tratos inhumanos con el objetivo de obtener información o simplemente como ejercicio de terror. Muchos de ellos fueron enterrados en fosas comunes cerca de estos centros.En este capítulo, en una conversación entre Tali y Juan, se reconoce que la Orden hizo ritos con prisioneros de estos centros como sacrificio.
El gobierno militar justificó su accionar como una lucha contra lo que ellos llamaban "subversivos" o "terroristas”. Si bien es cierto que muchas bandas armadas –peronistas y de izquierda– ejecutaban atentados y secuestros para financiar sus actividades, muchas de las víctimas eran inocentes y no tenían relación con actividades violentas. El objetivo era eliminar cualquier forma de oposición y controlar la sociedad a través del miedo.
De esta forma, miles de personas fueron secuestradas y luego desaparecidas sin dejar rastro. Sus familias no sabían qué les había sucedido y enfrentaron una búsqueda angustiante para encontrar a sus seres queridos. En este capítulo se cuenta de cómo Tali recibía a personas que querían saber –a través de las cartas– algún dato de sus seres queridos desaparecidos.
El terrorismo de estado en Argentina tuvo un impacto devastador en la sociedad. Las secuelas emocionales y sociales perduran hasta el día de hoy. Después de la caída del régimen en 1983, se establecieron juicios y comisiones para investigar los crímenes cometidos durante ese período. Estos esfuerzos llevaron a la condena de varios líderes militares y a un proceso de justicia y verdad que continúa hasta el día de hoy.
b. Modelo económico liberal: el latifundio y las grandes familias terratenientes
La Junta Militar argentina impuso, durante su permanencia en el poder, un modelo económico neoliberal y de apertura al mercado financiero exterior. Los preceptos de la Escuela de Chicago ya habían sido instalados en Chile por el dictador Augusto Pinochet, que incluían un fuerte endeudamiento exterior, liberalización de servicios públicos, privatizaciones, concentración de la renta y beneficios para los sectores financieros y agroexportadores.
Durante este capítulo se explica el origen de la riqueza y poder de la familia Bradford. Durante los años veinte, período de gobierno conservador en Argentina, Santiago Bradford compra cerca de cinco mil hectáreas en el noreste argentino para la producción de yerba mate y la construcción de su mansión y el pueblo, que llamó Puerto Libertad. Al poco tiempo conoce a otro latifundista, José Reyes, viudo español y millonario, que compartía su afición por la caza. Pronto se reconocieron como miembros de la Orden. Se hicieron socios y en una demostración de confianza Santiago Bradford llamó a su casa Puerto Reyes. Los Reyes llevaban el territorio con mano de hierro: trabajo infantil, latigazos para los peones rurales y raciones de comida mínimas.
Ambas familias fueron grandes latifundistas –propietarios de extensiones de tierra rica y productiva– que obtuvieron con el beneplácito de las élites gobernantes de esos momentos. Los Bradford, sembrando trigo en la provincia de Buenos Aires, y extendiéndose más tarde al noreste para el cultivo de la yerba mate, un insumo básico y masivo para la mayoría de los argentinos. Los Reyes, basados ya en principio en la zona de la Mesopotamia argentina.
Tristemente, este modo de explotación agraria fue típico en grandes porciones de Sudamérica, beneficiando a sus dueños, los gobiernos de turno y perjudicando a los miles y miles de trabajadores rurales que pasaban a ser, sencillamente, propiedad de sus dueños. No solamente se poseía las tierras, sino también, todo lo que viviera dentro.