‘También esto pasará’, de Milena Busquets
Reseña de un duelo íntimo y una catarsis pública
Continuamos con lecturas de nuevos autores para mi. En este caso se trata de También esto pasará, un relato autobiográfico de Milena Busquets (Barcelona, 1972).
El gran tema de este relato, o novela breve (son algo más de unas 170 páginas) es el duelo interior por la muerte –lenta y problemática– de su madre, Esther Tusquets, editora y miembro de un linaje dedicado a los libros, al arte y a la cultura catalana. La novela se enfoca en el estado de ánimo y el tránsito de ese duelo, que se deja conocer de forma íntima pero a la vez con un tono de catarsis pública.
TAMBIÉN ESTO PASARÁ
por Milena Busquets
Editorial Anagrama
Primera edición: 2015
176 páginas
La historia se abre en un cementerio, en el mismo entierro de su madre, rodeada de un pequeño círculo de amigos y familiares. Milena está aturdida todavía por el impacto, y parece no creer lo que está sucediendo alrededor suyo. Procura encontrar algún anclaje al mundo de lo real en sus hijos, pequeños todavía, o en sus amigas que tampoco la entienden mucho.
Los días se van sucediendo y para sopesar ese sentimiento de languidez –o más bien pienso que desamparo– decide pasar unas semanas en uno de los lugares que marcaron su infancia, el pequeño pueblo de Cadaqués, en la Costa Brava. Un antiguo pueblo rústico y de pescadores que devino en refugio de la burguesía catalana en los años sesenta, esa élite ilustrada y vanguardista que buscaba colonizar un espacio de libertad sexual e intelectual.
El resto de la historia transcurre en la casa de Cadaqués, en pleno verano mediterráneo, donde va reuniendo un séquito de lo más variopinto: amigos de la vida adulta, exmaridos, amantes, amigos ‘del pueblo’, amigos de amigos, perros, niños. En todos busca a alguien pero no logra encontrar a nadie, supongo que intenta buscarse a sí misma, dejar de estar perdida en un purgatorio emocional perpetuo.
Dice Busquets:
Desde tu muerte, y desde antes, tengo la sensación de que lo único que hago es ir rapiñando amor, hacerme con la menor migaja que encuentro por el camino, como si fuesen pepitas de oro. Estoy totalmente arruinada y necesito que me desvalijen. Incluso la sonrisa de la chica del supermercado, el guiño de un desconocido por la calle, una conversación banal con el tío del quiosco, todo me sirve, todo lo apuro, nada es suficiente, nada sirve para nada.
Esa intermitencia en los vínculos puede también percibirse con algún dejo de condescendencia y liviandad. Puede entreverse que Busquets siempre llevó una vida relativamente fácil, en una familia pudiente y que su educación la llevó a buscar siempre la libertad y independencia personal. Este punto puede resultar molesto para algunos lectores, que han interpretado esto como “los dramas de una niña pija”. Relaciones que entran y salen para satisfacer los cuerpos pero no las almas.
Dice Busquets:
Pienso en Santi, que ya debe estar esperándome y al que, desde que hemos quedado, tengo menos ganas de ver que antes, y pienso en los otros hombres que como parches camuflan una reticencia profunda a volver intentar construir algo que, de todos modos, acabará en ruinas.
Hay también una reflexión interesante sobre el paso de los años, la adultez y el cimbronazo que la vida nos da cuando nuestros vínculos más preciados comienzan a morir.
Dice Busquets:
Quiero decir que han muerto casi todas las personas a las que más he querido y que he perdido muchos de los lugares de mi infancia y juventud (…) de hecho, creo que somos más las cosas que hemos perdido que las que tenemos.
También, por otro lado, tenemos que saber ver a lo largo de todo el relato los distintos tipos de amor que surcan su vida: amor fraternal entre sus amigos, amor sexual entre sus amantes, amor filial con sus hijos, y amor de dolor, por su madre.
Dice Busquets:
Patum [la perra de su madre] me mira con cara de pena, me quiere con un amor irracional y desproporcionado, que tal vez sea el único tipo de amor que vale la pena, el que no merecemos.
El relato se cierra, casi como en una mueca caprichosa del destino, en otro cementerio, donde la narradora –la misma Milena Busquets– golpea, inútilmente en un tímido amanecer, las puertas para poder sentarse frente a la tumba de su madre.◼︎