Reseña: 'Who Controls the Internet? Illusions of a Borderless World'
Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o el conformismo.
La cita precedente es parte de la Declaración de Independencia del Ciberespacio, un manifiesto que señala al ciberespacio (las redes de conexión global) como una nueva suerte y tipo de territorio. Un espacio donde la ley, autoridad, coerción y sujeción del Estado-Nación Westphaliano nada tiene que ver ni hacer allí. Es un espacio donde hay otra naturaleza social. Este manifiesto, rupturista y optimista sobre la red y su influencia, inspiró a toda una generación de intelectuales, tecnólogos y empresarios.
En Who Controls the Internet?… los autores se ocupan minuciosamente de derribar el mito de desterritorialización de Internet, construido por esta vertiente libertaria influida por el manifiesto, la literatura ciberpunk y por el espíritu de época que corría en los primeros noventa.
Este relato “libertario”, enarbolado por personas como John Barlow, Nicholas Negroponte o Julian Dibbel, anunciaba la completa desterritorialización de Internet, y con esto, la no-autoridad soberana de ningún gobierno o poder sobre ella. El ápice de ese momento fue precisamente la publicación de la Declaración de la Independencia del Ciberespacio, donde incluso se anunciaba la firma de un nuevo contrato social totalmente ajeno y diferente al establecido por los ciudadanos y el Estado moderno, donde los primeros se sujetan a la soberanía de un territorio bajo una ley común y el monopolio de la coerción física legítima.
Las primeras comunidades de la red tenían esa concepción de la red. Es interesante la analogía con un espacio territorial. Internet era, según esta visión, un territorio universal. Un alter mundis que trasciende nuestro mundo físico. En aquellos momentos recién comenzaban los primeros litigios judiciales en el que Internet como nuevo medio social tomaba parte, como LICRA vs Yahoo o el affaire de ésta con el gobierno chino. Eran los tiempos de las locas iniciativas como la de Sealand. ¿Ante quién debe rendir cuentas un ciudadano de la red? ¿Corresponde una jurisdicción propia de la red, o el viejo derecho nacional, con sus vicios y asincronias temporales.
El peso de las fronteras
Otra de los postulados del grupo libertario, según los autores, es que Internet construye (fiel al principal postulado de desterritorialización) un sólo mundo, sin fronteras, identidades locales y pertenencias nacionales. Una comunidad humana meta-identitaria en un espacio sólo definido por una conexión global. Una suerte de ente político autárquico despegado de los conceptos tradicionales de gobierno, autoridad y ciudadanía.
A lo largo de la segunda parte de libro, los autores se encargan de rebatir con hechos y datos esta idea. Asumen que, contrariamente a lo que se vaticinaba anteriormente por las corrientes internacionalistas y libertarias, la red se vuelve cada vez más local, gregaria y hasta incluso, se pone al servicio de un nuevo tipo de nacionalismo, como en el caso de China. Progresivamente la red se va convirtiendo en multicultural y multilingue, las comunidades locales pesan más en la red versus las globales y poco queda de aquel espíritu ciudadanía universal.
La geografía, en tanto territorio soberano (y con ella la ley, el Estado y el orden público) también importan -y mucho- a la hora de los negocios. En países donde no hay un marco jurídico apropiado para la defensa de las inversiones y de los negocios, resulta difícil que las compañías tecnológicas inviertan. El rule of law es necesario para hacer funcionar los negocios, desde la banca electrónica hasta las subastas de Ebay. Según los autores, la capacidad de responder a estas demandas (bienes públicos, como la seguridad) hoy día está sólo al alcance de los gobiernos y su ley, nos guste o disguste la medida.
El control de los intermediarios, en este contexto, es la principal herramienta que toman los gobiernos y la justicia local para mantener su soberanía y autoridad en materia de regulación digital. Es así como uno de los puntos de mayor control son los ISP o proveedores de servicio, a los que muchas veces se los intima u obliga a tomar alguna decisión determinada, o así también a los buscadores como Google, por ejemplo, en un reciente caso argentino.
En definitiva, el intermediario local (dentro del territorio nacional) es el principal foco de regulación.Un ejemplo práctico lo pone la prohibición de participar en apuestas clandestinas en casinos offshore dentro de los Estados Unidos. Como no pudieron bajar totalmente los sitios de los casinos, (Antigua denunció a EE.UU ante la WTO) fueron por los intermediarios locales, las emisoras de las tarjetas de crédito de los apostantes.
En suma, la línea conductora de todo el libro es la demostración de que las fronteras nacionales y el poder del Estado (en sus múltiples instancias, como administrador de justicia, orden público, regulador, etc.) es cada vez más importante en el desarrollo de Internet. Los autores, que están bastante lejos de las corrientes libertarias, manifiestan en el capítulo final) que hasta incluso es bueno que los gobiernos tomen parte regulando ciertos aspectos, en defensa de la cultura y tradición local. Aseguran, mostrando argumentos de peso, que sin el poder del Estado hoy no existiría Internet tal como la conocemos hoy.
Según sus palabras,
These communication technologies produced radical changes in human organization and interaction, and required governments to develop new strategies for regulating human affairs. But they did not displace the central role of territorial government in human governance. And neither, will the Internet.
(…) Why do theories of globalization and Internet scholarship so misunderstand and so underestimate the importance of territorial government? What we have seen, time and time again, that physical coercion by government -the hallmark of a traditional legal system- remains far more important than anyone expected.
Un libro recomendable para todos aquellos que estudien o se interesen en la influencia territorial de un fenómeno global como Internet, lejos de los tecnicismos legales pero con casos y ejemplos de su impacto.