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Remoto: Un manifiesto por el futuro del trabajo

Remoto: Un manifiesto por el futuro del trabajo

"Release yourself from the 9am-to-5pm mentality"

Yamil Salinas Martínez
Yamil Salinas Martínez
8 minutos

Estuve leyendo hace algunas semanas Remote: Office not Required, el último libro de Jason Fried y David Hansson sobre las claves y beneficios del teletrabajo o trabajo remoto. Los autores cuentan la experiencia de ambos con este ¿nuevo? método de gestión al mando de su empresa, la ya conocidísima 37Signals[1]. Sin recetas para seguir, pero con anécdotas y consejos prácticos de muchísimos años a cuestas en el manejo de toda una compañía pionera en servicios en Internet, el libro se lee muy rápido, con párrafos medidos, prosa precisa y la frase urgente.

Remote: Office Not Required (Amazon)

El problema está en que todavía sigue siendo válida esa fórmula de “llega temprano + se va tarde + tiene buena onda = buen trabajador”. Bullshit. Tu empresa (o tu equipo) no será mejor por el tiempo de calentar silla o la buena onda. Al menos en la economía digital. El trabajo creativo está mucho más allá de esas variables. Afortunadamente, el trabajo remoto prioriza otras variables[2] a la hora de decir quién trabaja mejor. Está en cada uno poder aprovecharlas.

Desde la revolución industrial venimos arrastrando la carga de tener que adaptar nuestras vidas al trabajo. Todo un orden social gira como un reloj al tic-tac de las 8 horas mínimas dedicadas a nuestro sostén cotidiano. Desde jornadas de escuela hasta horarios de atención comercial. El mundo se mueve por esa mano invisible que activa la cuerda de millones de personas todos los días por la mañana.

Habiendo sido trabajador remoto durante algunos períodos de tiempo[3] coincido en la gran mayoría de las cosas que . Por eso esta reseña contiene, irremediablemente, mi opinión sobre el tema.

El momento es hoy

No hace falta ser un gurú del management para darse cuenta que ir y volver a la oficina es una pérdida de tiempo y de recursos. Descontando la ineficiencia económica y ambiental, también el commuting golpea duro a la salud personal. Perder 2 horas promedio por día en llegar a la oficina (ya sea en un coche, tren u otro tipo de transporte) y luego pasar 8 horas sentados en un cubículo no es sano para nadie. Más aún si se supone que el trabajo que uno debe cumplir es en cierta forma «creativo».

Por eso, no quedan dudas que el momento es ahora. La tecnología es cada vez más accesible, barata y fácil de usar. Y el transporte tan caro, lento e ineficiente. Hoy todos conocen Dropbox, Google Docs, algún sistema de tele/videoconferencia y mensajería instantánea. La conectividad móvil, mucho más extendida, también aporta lo suyo para estar al pie del cañón desde cualquier lado.

Las condiciones están dadas, es claro, pero parece ser que el mayor obstáculo no es el técnico sino el cultural. Todavía no podemos quitarnos de encima esa idea de que trabajar es estar en la oficina. Y paradójicamente, como bien señalan los autores, productividad es lo último que podemos encontrar en las oficinas tradicionales. Interrupciones, reuniones y la muerte por Powerpoint acechan a cada minuto. Terminar de escribir, diseñar o simplemente responder correos con paciencia resulta una tarea imposible.

La clave parece estar en la colaboración asíncrona, esto es, poder trabajar en equipo sin la necesidad de estar haciéndolo de manera simultánea, en el aquí y ahora. Tomar el trabajo de otro, dejar tu parte lista para el que llegará (o conectará) más tarde. Así funciona. Los autores recomiendan un overlapping de cuatro horas como mínimo, entre equipos a un lado y al otro de los husos horarios.

Pero, las excusas

Ok, si el teletrabajo resulta tan maravilloso, es conveniente, y el momento es ahora. ¿Porqué no logra despegar?

Hay todo un capítulo dedicado a las excusas que ponen las empresas al demorar el trabajo remoto. Y digo demorar porque inevitablemente gran parte del trabajo en un futuro cercano (digamos, 10 años) será así. De cualquier manera, repasemos algunas clásicas que se mencionan en el libro.

  • Ya invertimos en las oficinas. Aunque parezca mentira, es una de las más escuchadas. “Rentabilizar el espacio”, el primer argumento. Pero a no engañarse. Si una jornada de ocho horas rinde 2,5 en la oficina y en casa esas mismas rinden 6, veamos quién rentabiliza más esa eficiencia.
  • Que no va a funcionar . Otra de las comunes. Que hay tareas que no se pueden hacer desde fuera, que la seguridad, los passwords y los sistemas de RRHH. El libro da algunos ejemplos claros y desafía: tu empresa ya está trabajando remotamente más de lo que crees.
  • Que es ilegal ¿? También, que cuestiones sindicales, de leyes laborales, entre otras. Si bien para muchas tareas hay legislación específica por seguridad laboral, en la mayoría no.
  • Que generará desigualdad. Muchos empleados hacen “su pitch” a los jefes para comenzar a trabajar desde casa y la respuesta es “si te dejo a vos, tengo que dejar a todos”. ¿Y qué mejor? Para que realmente funcione tiene que ser así.
  • Los jefes. Llegamos al punto clave. Muchas de las barreras que se ponen al trabajo remoto tienen que ver con los jefes. Entre la presión por los resultados y la de controlar a su equipo, caen en la defensa acérrima del status quo y del que todo siga como está. ¿Para qué innovar?

Las claves para un trabajo remoto efectivo

Pero calma, no todo está perdido. A pesar de todas las barreras que aún quedan por vencer, hay luz tras el túnel. Y de eso se trata el libro, de dar consejos y pautas tanto para empresarios (para que se animen a gestionar remotamente) como para jefes (para que pueda saber gestionar así sus equipos) como para empleados (para cumplir sus obligaciones y tener buen equilibrio personal).

Aquí algunas claves:

  • Tener disponible todo, en todo momento. Éste es el punto más importante. Tener a tu disposición -y el de todos tus compañeros- el acceso inmediato a cualquier pieza de información para trabajar. Desde algo más sofisticado como Basecamp (el mismísimo producto de los autores) como otros conocidos como Trello o Asana.
  • Escribir bien. Puede parecer trivial, pero es una razón de peso. Trabajar de forma remota implica que la mayoría de los intercambios con tus compañeros, jefe y clientes se hará de manera escrita. Ya sea por correo o por mensajería instantánea, saber ser claro, preciso y concreto (y no levantar suspicacias en el medio) es vital. Por eso los autores aconsejan en las entrevistas afilar el ojo muy bien en las habilidades de comunicación escrita de los candidatos.
  • Comenzar de a poco, pero decidido. No hace falta que de un día para otro toda una empresa pase a trabajar de forma remota. Se puede comenzar con grupos pequeños, incluso con empleados que trabajen en el radio de la oficina, para aprovechar cualquier circunstancia y poder estar cerca. Ahora sí, una vez que se comienza, hay que tomarlo totalmente en serio. No valen las medias tintas.
  • Saber manejar los tiempos. A pesar de que uno de los principales miedos es que mis empleados se volverán unos vagos, con el trabajo remoto el “miedo” no es a trabajar menos, sino todo lo contrario. El overwork es algo que se nota mucho más en el trabajo remoto que en la oficina. Como la única forma de mostrar progreso es entregando trabajo, hay cierto círculo vicioso. También los espacios se tornan difusos (tu casa es a la vez tu oficina).
  • Poder tener momentos de cara-a-cara. Agendar encuentros presenciales con periodicidad es muy importante. No tiene que ser la convención de fin de año, o el kick-off de marzo. Una capacitación o congreso también puede resultar productivo.
  • No todo debe ser blanco o negro. Volverse un trabajador remoto no significa que tengas que estar todo el día encerrado en tu casa. De hecho, es hasta incluso poco aconsejable. Podés ir a un café, un espacio de co-working o la biblioteca.
  • Nivelar las reglas del juego. Si tu equipo tiene parte de trabajadores remotos, las reglas de obligaciones y recompensas deben ser parejas. Que esté lejos no quiere decir que no esté, o no necesite formación, revisiones salariales o incluso una charla de feedback. Si sos jefe, asegurate de tener todas las herramientas para que no haya diferencias.

Cómo liderar equipos remotos

Buena parte del libro está dedicado a los managers o líderes de equipos en esta transición entre la oficina de 9 a 5 y el futuro del trabajo. Ello son los que quedan incómodos entre la alta dirección y los empleados y muchas veces carecen de poder de decisión para ejecutar políticas de teletrabajo.

Claro que también son en la mayoría de los casos los que bloquean este tipo de cambios. Dificultades para ceder el control, tomar confianza de su equipo y tener que ser evaluados por el trabajo real entregado son algunas de las causas de esos miedos. Casi como una fobia, aseguran los autores, debe ser tratada de a poco. Pasos graduales para ir tomando confianza y en última instancia, darse cuenta que ningún apocalipsis llegará.

Las ventajas, en cambio, son bien evidentes. Tener un equipo más descansado, con un mejor equilibrio laboral-personal a la larga siempre trae más creatividad, mayor compromiso y buen trabajo en equipo. También hay una ventaja que, según los autores, 37Signals aprovechó desde el inicio: poder contratar al mejor talento no importa donde esté. Para aquellos negocios que necesiten dar soporte en línea, también hay una ventaja: poder contar con un rango horario más amplio, beneficiándose de los turnos solapados.

Pero atención. Un jefe con su equipo distribuido a lo largo de países y husos horarios también tiene que tener su habilidad. Manejar la motivación de un equipo, generar buen clima sin poder echar mano de unas cervezas por la tarde o detectar cuando alguno está con las guardias bajas es mucho más difícil.

Otros consejos y conclusiones

Para cerrar, algunas opiniones muy personales sobre los beneficios del trabajo remoto (y también algunas contras).

  • Te mantiene lejos de la política de oficina. Si tu empresa parece un episodio de Game of Thrones, estar fuera te alejará de todo eso. Enfocarte en el delivery y entregar productos de calidad será tu mejor arma. Como dicen Fried y Hansson, los trabajadores remotos miran mucho menos el verde césped del vecino.
  • Te obliga a ser más organizado. Y con ello, a respetar más los espacios y tiempos. Está bien que puedas ir a buscar al colegio a tus chicos o hacer la compra a las cuatro de la tarde, pero si tenés una audioconferencia con la tribu hecha un caos, deben entender que estás en el trabajo.
  • Se siente raro. Sí, esa sensación todavía está en el aire. Mucha gente no entiende eso de que no te levantás para ir a trabajar. Menos tus horarios raros, ¿reuniones a la noche, o de madrugada?
  • A veces, te desconecta demasiado. Muchos defensores a ultranza del trabajo remoto dicen que para hacerlo sólo hace falta una conexión a Internet. Para mi no es suficiente. ¿Serás un buen diseñador, programador, copywriter o lo que sea desde el ártico? No lo creo. Estar cerca de un ambiente creativo y que te motive (con pares que te inspiren) resulta indispensable.

Sin lugar a dudas, la tecnología hoy nos permite encontrar en el teletrabajo una inmejorable oportunidad para poder encontrar ese tan esquivo equilibrio entre trabajo y vida.

Una nueva chance de poder adaptar el trabajo a la vida y no al revés. ¿Suena bien, no?


  1. Hace muy poco anunciaron que cambiaron el nombre de la compañía por Basecamp, su producto más importante. Como es costumbre, lo anunciaron en Signal vs. Noise, su blog corporativo.
  2. Para algunos podrá sonar darwinista, pero al prescindir de la presencia física, el trabajo remoto permite evaluar parámetros mucho más objetivos de performance y resultados.
  3. Primero en Telefónica, una compañía que desde hace unos 5 años ya permite el trabajo remoto algunos días a la semana a gran parte de su fuerza laboral. En Argentina se dio el caso curioso de tener que aplicarlo “a la fuerza”, por seguridad durante una epidemia de gripe hace ya unos años, y desde allí quedó. Rápidamente se vieron los beneficios de teletrabajar y hoy es una práctica totalmente establecida. De hecho en algunos países, los nuevos layouts de oficinas tienen menos puestos disponibles que el total de la plantilla, para incluso forzar a los equipos a teletrabajar en los días establecidos.