Murió el último dictador surrealista: Saparmurat Niyazov
Parece que 2006 se sigue llevando dictadores. Ahora es el turno del Turkmenbashi, o “padre de todos los turkmenos”, tal como él mismo se rebautizó, Saparmuratat Niyazov.
Este muchachote, a pesar de haber llegado al poder de durante la perestroika de Gorbachev, tiene todo el estilo de reliquia de los gobernadores brezhnevitas del antiguo imperio de los proletarios. Desde 1985 era la suma del poder público en Turkmenistán, desarrollando uno de los más grandes cultos a la personalidad en estos últimos veinte años.
En relación a esto, hay cosas que son realmente bizarras y que demuestran que Turkmenbashi era un tipo heavy y que no andaba con vueltas:
- Decretó el cierre de todos los hospitales del interior país. Si algún turkmeno se enfermaba, según él, podía venir a la capital (Asgabat) a curarse.
- Anuló el pago de las pensiones a más de un tercio de los ancianos.
- Impuso severa restricciones culturales: prohibió el ballet, la ópera, cerró todas las bibliotecas rurales (los turkmenos comunes “no están acostumbrados a ellas”), prohibió los videojuegos “por violentos”.
- Cambió el nombre del mes de abril por el de su madre (enternecedor)
- Como no era un tipo burdo, escribió en su contemplación unas rimas, poemas y reflexiones morales que eran de lectura obligatoria en todo el territorio, incluso para pedir una licencia de conducir.
- Redujo la educación secundaria a sólo un año.
- No era amigo de los perros: como no le gustaban erradicó toda presencia canina de la capital.
- Abolió el uso de maquillaje en la televisión (?)
- Prohibió el uso de barba y dientes de oro (WTF?)
- No obstante, la muerte a veces gana a los mitos. No va a poder estar presente para ver construir su palacio de hielo.
De manera obvia, su esbelta y radiante figura estaba hasta en las botellas, estatuas doradas por doquier marcaban su presencia en Turkeminstán, y hasta incluso tenía una que giraba para que el sol siempre le de sus rayos en el rostro.
Todo esto rozaría lo idiota, pero lamentablemente hubo muchísima gente que lo sufrió: como todo tirano, bien muerto está.