Latinoamérica en la 61° Asamblea General de Naciones Unidas: Bolivia
El discurso de Evo Morales ante la Asamblea General fue uno de los más sinceros de los que escuché hasta ahora. Si Lula pidió su silla en el Consejo, si Chávez disparó contra todos, o Kirchner no dijo nada y Uribe comentó las bondades de su lucha contra la seguridad, Evo Morales fue con su humildad andina a contar que está intentando: nada menos que refundar Bolivia. Comenzó su intervención haciendo una simbólica y emotiva reivindicación de todo lo soportado por los pueblos indígenas a través de “500 años”, no importa si bajo república o imperio, de discriminación, marginación y explotación de miles de aborígenes bolivianos.
Paso después a aclarar y poner señas de advertencia sobre la “campaña sucia de acusaciones” que se montó sobre las medidas de recuperación de la soberanía sobre los hidrocarburos bolivianos, diciendo Evo que “en mi gobierno se respetará la propiedad privada”. “Necesitamos socios, no patrones” siguió, y después pidió una reforma en los términos del comercio (algo que también mencionó Lula), para apostar al desarrollo e impedir la migración de nacionales buscando un futuro mejor. “Quisiera, y es el deseo que tenemos, en vez de que mis hermanas y hermanos lleguen a Europa que mejor que lleguen productos y no seres humanos”
Inmediatamente después pidió conciencia para la despenalización de la coca, “una injusticia histórica”, mostrando a toda la Asamblea una hojita “de coca verde, no la blanca que es la cocaína”. Y al mejor estilo “legalícenla” disparó que “no es posible que la hoja de coca sea legal para la Coca-Cola y la hoja de coca sea ilegal para otros consumos medicinales en nuestro país y en el mundo entero” , recordando que hay estudios científicos que han demostrado que la hoja de coca no hace daño a la salud humana. No obstante, mas allá del rasgo comercial y productivo de la coca, resaltó además la importancia “cultural” del cultivo para el pueblo boliviano, diciendo que “cero de coca es como hablar de cero de quechuas, aymaras, mojeños, chiquitanos en mi país” y respecto a las críticas del gobierno norteamericano por el cultivo, fue tajante al decir que “quiero decir con mucho respeto al gobierno de Estados Unidos, no vamos a cambiar nada, no necesitamos chantajes ni amenazas, las llamadas certificación o descertificación de la lucha contra el narcotráfico simplemente es un instrumento de recolonización o colonización a los países andinos, eso no aceptamos, eso no permitimos”.
Terminó cerrando su intervención pidiendo el retiro de tropas de Irak y con un llamado a la toma de conciencia sobre las “competencias hegemonistas que están destrozando al planeta tierra” y la necesidad de que este sea “un milenio de la vida y no de la guerra, un milenio del pueblo y no del imperio, un milenio de la justicia y de la igualdad”. Y se fue (sorprendido) en un mar de aplausos.