‘Frankie’, de J. M. Gutsch y Maxim Leo
Que los animales nos ayudan a explorar y hacer crecer nuestras emociones, eso es bien conocido. La literatura nos ha dejado miles de obras donde esta relación entre animales y humanos nos ha hecho mejores. Desde las historias de Jack London como Colmillo blanco o El principito, de Antoine Saint-Exupéry, pasando por la relación de respeto entre Santiago y el pez en El viejo y el mar, de Ernest Hemingway.
Frankie, escrito por los autores alemanes J. M. Gutsch y Maxim Leo, y editado en 2024 por Seix Barral, nos mete en una zona muy emotiva, llena de empatía y de tierna inocencia entre un humano –que está pasando por graves problemas– y un gato callejero tan dulce como irreverente.
La historia
Frankie es un gato callejero. En su corta vida podemos saber que tuvo algunos “dueños” anteriores, como la señora Berkowitz, quien le ha dejado su nombre por un señor que cantaba muy bien. Solo recuerda que su apellido era Sinatra. Lo malo es que la señora Berkowitz un día se fue con unos señores de bata blanca en un coche blanco con luces en el techo y no regresó jamás. Cuenta que su madre al nacer para identificarlo le puso número 5, nada de nombres. Y que en el refugio donde cayó después le pusieron barbiblanco. Todo un insulto para su autoestima gatuna.
Lo cierto es que un día, deambulando por el barrio y en las inmediaciones de la casa abandonada, observa algo fuera de lo común: un humano jugando con un hilo grueso y enorme. Y lo hacía de una forma extraña, porque el hilo colgaba del techo, y el humano se lo estaba poniendo en el cuello.
Así comienza la historia de Frankie con su amigo humano Richard Gold. Juntos se acompañarán a lo largo de un camino que los llevará por algunas aventuras, charlas profundas sobre la vida y situaciones completamente hilarantes. Una historia llena de amor, empatía y esperanza.
Los temas de "Frankie"
Si bien a simple vista puede parecer una historia para "pasar el rato" y de conceptos ligeros, esta novela tiene mucho de profundo sobre los temas que trata. Al estar matizados por un diálogo inocente (e improbable) entre un gato y un humano, los temas tienen un manejo muy sensible y bien conseguido para lo profundo de los mensajes que comparte.
1. Depresión y salud mental
Richard Gold, el “humano” de Frankie, sufre de depresión y de una apatía general por la vida, su propio cuidado y el cuidado de los demás. La llegada de Frankie a su vida le inyecta una pequeña esperanza y algo de lo que ocuparse en el día a día, algo importante para las personas que padecen depresión. Además, las conversaciones que tiene con el gato le ayudan a expresar lo que siente, ya que está prácticamente solo en la vida. La visión inocente de Frankie lo hace reflexionar sobre las cosas importantes de la vida.
Dice Frankie:
Gold tampoco hacía otras cosas que sé que hacen los humanos. Por ejemplo: hablar con otros humanos. Por teléfono o algo. Nada. Tampoco recibía ninguna visita. ¿Acaso no tenía amigos? Gold no iba a ningún trabajo. Gold no leía ningún libro. Gold no escuchaba nada de música. Gold no lavaba ningún coche con una manguera larga. Gold no removía la tierra en el jardín. Gold no se reía. Gold no se ponía al sol cuando el tiempo era superbueno. Lo que hacía era correr todas las cortinas y vagar por la casa con un abrigo muy triste que él llamaba bata. Era como vivir con un muerto, solo que Gold no estaba muerto. Pero vivo tampoco.
2. El sentido de la vida
Durante varias partes del libro los dos personajes se debaten sobre el sentido que tiene que tener la vida. Para el gato, el sentido está en disfrutar de la compañía de Richard, de la salsa de su comida y de perseguir un sueño: ser un gato de Hollywood. Para Richard, en cambio, el sentido de la vida parece haberse hecho añicos tras su pérdida, y está entonces ahora enfocado en poder recuperarse y salir hacia adelante. Ambos se ayudan y se acompañan.
Dice Frankie:
Y esto es lo que yo creo. Os lo diré en confianza, queridos humanos. Por favor, no os riais. Puede que sea una pregunta rara, pero: ¿es posible que durmáis demasiado poco y penséis demasiado? Porque a mí me sucede justo lo contrario: duermo prácticamente el día entero. Estoy despierto un rato, liquido unos cuantos asuntos y otra vez a dormir y soñar. Ello tiene la gran ventaja de que no me entero mucho de lo que pasa en el mundo. Y es que cuando uno se entera mucho de lo que pasa en el mundo y le da demasiadas vueltas a todo, no sé yo..., ¿es posible que haga enfermar a uno? ¿Y que uno vea la vida negra? Pero yo solo soy un gato. Pensad lo que queráis.
3. Relatividad de las cosas materiales
En las conversaciones que Frankie mantiene con Gold, el gato deja entrever el excesivo interés y apremio que los humanos ponemos por las cosas materiales. Los gatos, claro, necesitan muy poco. Y de allí su riqueza. Los humanos, en cambio, vivimos en un ritmo de consumo muchas veces dañino para nuestras economías y estabilidad mental.
4. La fuerza de la esperanza y el valor de los momentos felices
A pesar de que Gold está sumido en una depresión y de que Frankie poco puede hacer para ayudarlo, hay algunos momentos donde ambos pueden disfrutar y sentirse vivos. Son momentos sutiles, mínimos, que permanecen en sus recuerdos por ser momentos de felicidad.
Dice Frankie:
Seguimos conduciendo por el vasto mundo. Fuimos por una carretera interminable, atravesamos campos y sembrados y bosques. Me aovillé en el regazo de Gold y él me acarició la cabeza mientras el coche avanzaba y daba sacudidas como un loco. Pero ya no me daba miedo. Y mientras íbamos en el coche juntos, Gold y yo, me sentí feliz. No creo que haya sido más feliz en toda mi vida. Y habría deseado que ese momento durase eternamente. Pero ¿a quién le interesa lo que desea un gato?
Y dice Gold sobre ese mismo momento:
En el hospital nos piden a menudo que evoquemos un «momento de felicidad», para que no olvidemos qué se siente, qué es la felicidad. Me acuerdo de nuestro viaje a «Hollywood». Fue el mejor de todos los días desde hacía mucho mucho tiempo. Y estoy sumamente orgulloso de ti, mi alocada carita de las Delicias en salsa. Mi pequeño sentido de la vida.
5. El suicidio y la muerte
Hablar de estos temas de forma empática y considerada no es nada fácil. Pero aquí, en esta novela, los autores lo hacen muy bien echando mano de la inocencia y el desparpajo de un gato hablándole a un humano.
Los gatos, claramente, no entienden el suicidio. No entienden la voluntad de querer morir. Es algo anómalo en su especie. Pero sí se dan cuenta de que el otro está mal, y que necesita apoyo y compañía. A lo largo de la historia Frankie pide ayuda a sus amigos para que Gold pueda abandonar la depresión.
Dice Frankie:
Y es que resultó ser que los humanos se toman la muerte muy en serio. Casi como si fuera algo personal. Y eso que la muerte solo es el final de la vida. Igual que también hay un principio. Como en un salchichón. Sin principio ni fin, un salchichón no sería un salchichón. Y la vida no sería la vida. ¿Entendéis? Nosotros, los animales, sencillamente nos echamos a dormir en cualquier sitio cuando morimos. Nos quedamos en el suelo, los gusanos nos corren por la cabeza. A veces pasa un zorro y pronuncia un panegírico.
Lecturas relacionadas
Mientras leía Frankie se me vinieron al recuerdo tres libros maravillosos que tienen como eje central el lazo que se forma entre humanos y animales. Os dejo estas recomendaciones para que podáis seguir leyendo más historias como Frankie.
1. Tombuctú, por Paul Auster
La novela está contada desde la perspectiva de Mr. Bones, un perro callejero leal e inteligente que acompaña a su dueño, Willy G. Christmas, un poeta sin hogar y mentalmente inestable. La historia sigue su travesía por las calles de Baltimore mientras Willy, consciente de su inminente muerte, busca un lugar seguro para Mr. Bones.
2. La llamada de lo salvaje, por Jack London
Aquí conocemos la historia de Buck, un perro doméstico que es secuestrado de su hogar en California y vendido como perro de trineo durante la fiebre del oro en Alaska. A medida que Buck enfrenta la dura vida en el frío norte, debe adaptarse a un entorno salvaje y brutal, donde prevalece la ley del más fuerte. Poco a poco, instintos primitivos dormidos despiertan en él, llevándolo a desprenderse de la civilización y unirse a una manada de lobos. La novela explora temas como la lucha por la supervivencia, la naturaleza salvaje y la transformación impulsada por el instinto y la libertad.
3. Viajes con Charley, por John Steinbeck
Esta obra de no ficción relata el viaje que el autor emprendió en 1960 a lo largo y ancho de Estados Unidos. Acompañado por su perro Charley, un caniche francés, Steinbeck recorre el país en una camioneta adaptada llamada Rocinante, con el propósito de redescubrir la esencia de la nación y comprender mejor a sus compatriotas. A través de sus encuentros con diversas personas y paisajes, reflexiona sobre temas como el cambio social, la identidad estadounidense, el racismo y la soledad; capturando la complejidad y diversidad de Estados Unidos en un periodo de transformación.