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Fidel Castro: el fin de una época y épica política

Yamil Salinas Martínez
Yamil Salinas Martínez
2 minutos

La renuncia de Fidel Castro a su reelección como presidente y máxima figura de Cuba marca el fin de una época y también de una épica política, al menos para América Latina. Más allá de las posiciones y márgenes que podamos tomar desde nuestras ideas para con Fidel, no ha emergido en nuestro continente una figura política tan controversial, convocante y enigmática como Fidel Castro.

Comprobé personalmente (en vivo y en la televisión cubana) sus discursos interminables, llenos de datos y figuras que transmitían un conocimiento muy profundo de la realidad del país, y en diálogo con muchos cubanos me confirmaban que hasta salía en cadena de televisión a explicar el porqué del aumento de los frijoles o la necesidad de ahorrar combustible. A pesar de que muchos, por su parte, renegaban por su lentitud y tozudez en la apertura política de la isla, mantenían un profundísimo respeto por su ética revolucionaria y la franqueza de diálogo con el pueblo cubano en el día a día de la vida política.

El anuncio lo hizo a través de una nota en Granma, el diario del PCC y portavoz del gobierno, en la que con un lenguaje muy llano y directo, fiel a su estilo, declara que su frágil estado de salud le impide tomar nuevamente la responsabilidad de dirigir el gobierno de la isla, tal como lo hace desde los comienzos de la etapa revolucionaria.

Al menos hasta el próximo domingo, cuando se reúna la Asamblea Nacional del Poder Popular, no se sabrá si continuará en el gobierno su hermano Raúl, Comandante de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), u otros posibles candidatos, como Carlos Lage(Presidente de la Asamblea) o Felipe Pérez Roque, actual canciller del gobierno cubano. En su mensaje al pueblo, Fidel Castro no toma partido por posibles sucesores, ya que señala que hay aún viejos dirigentes para tomar el mando (como pueden ser Raúl Castro o Lage) o jóvenes líderes nacidos ya en la revolución, como Pérez Roque. Si se trata de pensar en una transición civil y democrática, serán Lage o Pérez Roque los encargados de estructurarla, aunque seguramente celosamente cuidados por el resto del buró político del Partido.

En este anuncio, Fidel está dando su más profundo mensaje y como no podía ser de otra manera, fiel a su estilo, él mismo es el que barre los últimos escombros de allí donde había un muro.

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