Te has suscrito correctamente a Serencial
¡Excelente! A continuación, complea el pago para obtener acceso completo a Serencial
¡Bienvenido! Te has logado correctamente.
An error occurred
¡Perfecto! Tu información de facturación está actualizada.
La actualización de la información de facturación ha fallado.

Crítica: Flags of Our Fathers - La conquista del honor

Yamil Salinas Martínez
Yamil Salinas Martínez
2 minutos

No se crean que tengo la altura para hacer una crítica decente de un film cinematográfico ni mucho menos, por eso quizá fui un poco ambicioso con el título. Ayer estuve viendo esta película dirigida por Clint Eastwood, que nos muestra un lado no conocido de la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, y por supuesto también, la trama que rodeó a la famosa fotografía, convertida en ícono, del izamiento de la bandera norteamericana sobre el monte Suribachi. Si hay algo para destacar de esta película, es cómo se puede evidenciar la importancia de la construcción de una imagen en una situación crítica. En 1945 los Estados Unidos estaban, militarmente, en una situación difícil en el frente del pacífico y también “en casa”, con una creciente apatía social por los costos de la guerra, una sensación de impaciencia en la opinión pública y una situación financiera preocupante que pone en riesto los costos de las operaciones militares. En este contexto, el fotógrafo Joe Rosenthal logra capturar esta instantánea que logra contagiar a todas las tropas, y también a la sociedad norteamericana, del mismo heroísmo, valentía y coraje que la imagen muestra.

Lo cierto es que una imagen tiene sus diferentes puntos de vista. Si la sociedad veía el heroísmo, y con él, crecer su ferviente patriotismo, los soldados que la izaron no sentían lo mismo. No se creían héroes, y mucho menos las “figuras” de la victoria contra Japón. Tras evidenciar el alto impacto social que causó la imagen, los tres sobrevivientes del izamiento fueron llevados (en plena guerra, no olvidemos) a los Estados Unidos para colaborar en una campaña de donación de fondos y venta de bonos para financiar a las fuerzas armadas. La película muestra aquí la presencia de un dilema moral: mientras los soldados son tratados como héroes, sus compañeros seguían muriendo en las playas de Iwo Jima. Sentían una deuda y una sensación de abandono para con sus camaradas, aunque por otra parte, también sabían que recaudar fondos era necesario para permitir que la maquinaria de guerra siga funcionando.

Mención especial merece el trato que muestra el film sobre uno de los personajes de la película, el soldado Ira Hayes, de raíces aborígenes y criado en una reserva en el estado de Arizona. Sobre él recaen aún siendo un “héroe” numerosas manifestaciones de racismo y superioridad de parte de los mismos militares, como también de políticos y de la sociedad en general, que se negaba a entender que un indio podía servir y honrar a los Estados Unidos. Posteriormente, Ira tendrá una vida atormentada y terminará su vida en el olvido y abandono.

En fin, una muy buena película para poder apreciar el manejo mediático de una guerra, la necesidad de dar siempre una imagen heroica a la opinión pública y por supuesto, para poder ver también los contrastes sociales y el racismo predominante en la sociedad norteamericana de la época.