10 reflexiones sobre esta crisis
Lecciones y aprendizajes personales sobre la crisis del coronavirus.
¿Qué tal? Espero que estén bien y seguros en casa. En estos tiempos la seguridad y la salud han devenido en cuestiones esenciales y por más que uno no se conozca, siempre comienza preguntándole al otro si está todo bien. Ojalá la pandemia nos deje, al menos, esta buena costumbre.
El otro día estaba pensando sobre los aprendizajes que nos puede dejar esta crisis. ¿Qué cosas sacamos en limpio? ¿Qué nos ha enseñado? Y ojo, que no hace falta ser un gurú ni un filósofo para poder ponerse a pensar en esto. Seguramente ustedes también ya lo hicieron. Durante estas semanas se fueron dando cuenta de muchas cosas, que quizá sea muy parecido a lo que les comparto en este post.
¿Sobre qué cosas me puse a pensar en esta cuarentena?
1. La paciencia
Si hay algo que estamos desarrollando durante esta cuarentena es la paciencia. Bien divino y poco preciado entre los hombres y mujeres de este mundo, muchos hemos tenido que bajarnos del carro de la ansiedad y prisa por tener todo “aquí y ahora” (un paquete, un pedido, una salida, una compra, o lo que sea). A la fuerza nos estamos haciendo más pacientes, o al menos, aceptando las circunstancias. Virtud estoica que no está nunca de más en el repertorio de la vida buena e inteligente.
2. Internet, gracias por todo
Si hay un responsable de que esta pandemia haya sido lo más leve posible, es Internet. No pude encontrar todavía algún estudio o artículo serio que nos explique cómo hubiese sido esta pandemia si ocurría hace unos veinte años. ¿Cómo podríamos haber seguido trabajando, yendo al colegio, o dando clases? ¿Cómo nos podríamos haber informado de las medidas de prevención?
Cuando todo lo demás muestra flaquezas (la economía, la política, las instituciones), ahí está nuestra red para brindarnos ese sostén. No solo para cumplir con nuestras obligaciones o poder estar informados, sino también para poder estar emocionados. Para poder saber de primera mano esas historias que nos conmueven, esas historias de gente que está dando batalla por sobrevivir, o por hacer vivir. Gracias, gracias, y gracias.
3. Somos frágiles (y mucho)
Una de las lecciones más importantes que nos deja esta crisis. Somos frágiles, endebles, fungibles, pasajeros. Y nuestra fragilidad se nos ha aparecido de repente, como por sorpresa. Memento mori, decían los estoicos. Pocas veces hemos estado como especie en una sensación de fragilidad tan abrumadora. Quizá en los años 50 y 60, con la amenaza de la destrucción nuclear se haya vivido algo parecido. Leía el otro día a Emmanuel Macron, presidente de Francia, decir algo que me llamó bastante la atención. Una mirada de la crisis desde una noción de ‘especie’, como humanos:
Dice Macron:
"Creo que [la crisis del coronavirus] es un profundo shock antropológico. Hemos detenido a la mitad del planeta para salvar vidas. No hay precedentes de esto en nuestra historia."
Todo es frágil. Empezando por la vida (nada menos), pero también nuestros trabajos, relaciones, objetivos de vida, propósitos. No está de mas sentirse pequeño, mortal, humano. Nos hacía falta.
4. La fuerza de lo natural
Tiene bastante que ver con la fragilidad, y esto es, la fuerza intempestiva y brutal de la naturaleza. Podemos tener grandes ejércitos, conglomerados industriales, big data, algoritmos y regímenes internacionales, todo-lo-que-ustedes-quieran pero no somos nada ante una cachetada bien dada por la naturaleza. Y eso también es importante, porque nos lo habíamos olvidado. Ni mil Gretas podrían haber hecho lo que estamos haciendo ahora, un completo y total stand-by de la humanidad.
¿Vieron cuántos animales comenzaron a entrar en ciudades y zonas humanas? ¿Cuánto tardaron? ¿Pocos días, verdad? El otro día quedé pasmado al ver un jabalí en el medio de la avenida Diagonal, en Barcelona. La naturaleza está ahí. Es más fuerte, y está más cerca de lo que pensábamos.
5. Los hogares, nuestras casas
Quien no haya hecho una videollamada en esta cuarentena, está fuera de todo. Todos hemos estado conectados (por trabajo, familia, o lo que sea) en vídeo en algún momento. Y por supuesto, lo hemos hecho desde nuestras casas. No se si habrá algún registro en nuestra historia reciente de la cantidad de ocasiones de husmear en la vida privada de los otros. Sus casas, sus rincones, cosas guardadas en los estantes. ¿Será ese su salón? ¿Qué tal tiene la cocina?
Pero claro, hay casas y casas. Algunos con sus objetos de diseño y otros con sus modestias, pero todos estamos en un mismo plano, todos estamos en un hogar. Estoy seguro que muchas también cambiarán. Serán más casas-gimnasios, casas-cine, o hasta casas-oficinas. Creo que es una buena oportunidad para conocer al otro de una forma distinta, husmear en su cotidianeidad (una pareja que pasa, un niño que aparece, un detalle visible al fondo del salón) y nos ayudará a cambiar un poco nuestra concepción de lo íntimo y del espacio propio. Más autenticidad, vamos.
6. El pudor
Somos lo que somos, aunque a veces pongamos mucho esfuerzo (y dinero) en mejorar nuestra apariencia. La cuarentena nos ha obligado también a cambiar los hábitos respecto a la imagen personal. Vemos a conocidos o compañeros de trabajo en circunstancias que antes no conocíamos. ¿Quiénes de ustedes dejaron de teñirse el cabello? ¿Cuántos siguen usando las cremas antiarrugas, o maquillaje?. Claro que también están los que nunca activan la cámara. No se dejan ver, procuran no mostrarse. ¿Por qué lo harán? ¿Algún desastre doméstico? ¿La casa desordenada? ¿La cara demacrada por una mala noche?. Vaya uno a saber. Mejor dejarlo así.
Lo cierto es que esto nos está planteando nuevas reglas de etiqueta y de cómo miramos a los otros Nuevos pudores pero también nuevos atrevimientos. ¿Saldremos de esto con una noción diferente de belleza?
7. Las ciudades
¿Qué pasará con las ciudades de aquí en adelante?. Esta es una de las preguntas que más me hago. ¿Cómo se controlarán los enormes flujos de desplazamientos y actividades? ¿Qué pasará con los coches? ¿Y el transporte? ¿Cómo se controla a millones de personas desplazándose por un cuantos kilómetros cuadrados? No se si me estoy aventurando demasiado –me gusta, lo reconozco– pero esta crisis traerá cambios sobre cómo entendemos y planificamos nuestra vida en las ciudades y grandes capitales. ¿Habrá una huida hacia los suburbios? ¿O más lejos incluso, la vida rural?
Si el trabajo remoto se extiende y se torna más habitual, muchos elegirán desplazarse hacia lugares más lejanos (y baratos), lo que acarreará una transformación económica y social sin precedentes.
8. Los sonidos
¿A qué suena la cuarentena? ¿Las casas, los vecinos, los balcones? ¿No se dieron cuenta que ahora escuchan más cosas? Las charlas de los edificios, la música de los vecinos, los juegos de los niños, hasta incluso el viento y los pájaros. Creo que es algo más notorio para los que vivimos en lugares más poblados o ciudades, pero es algo que no deja de sorprenderme.
¿Qué pasará cuando todo acabe? ¿Volveremos a escuchar los coches y el bullicio? Ojalá que no.
9. Los lazos
La cuarentena nos ha dejado encerrados en casa, y también nos ha volcado a una sensibilidad diferente hacia los lazos humanos. Estamos más dóciles y más empáticos ¿será por el susto? Hemos vuelto a escribirnos con gente que hace mucho no lo hacíamos, hemos vuelto a preocuparnos por los mayores, por los vulnerables. También esto dejará su coletazo desde el plano económico. Leía el otro día que muchos mayores, sobre todo en los Estados Unidos, están volviendo a vivir con sus hijos porque sencillamente no pueden mantenerse.
También leía que se están comenzando a reflotar los contactos con las ‘ex’ parejas. ¿Acaso la soledad y el mayor tiempo disponible nos pone melancólicos?. Dicen que muchos han podido tomarse este tiempo para ‘reflexionar’ y asumir posibles errores cometidos en el pasado. ¿Será cierto?
10. Los famosos que ya no influyen
Esto también nos deja una reflexión sobre famosos, influencers y celebridades –de mucha o poca monta, da igual–. Muchos de ellos son notorios no por tener un mérito en particular, sino más bien por proyectar un estilo de vida, un deseo de realización futura particular (estético, económico, ideológico). En pocas palabras, son vidas deseables. ¿Cómo cuadra esto cuando todos estamos viviendo en casa, y no hay más atardeceres en Sorrento?
Como decía más arriba, somos frágiles. Esa vida deseable, proyectada e ilusoria también se ha roto por esta crisis. Creo que muchas celebridades e influencers tendrán que buscar un nuevo propósito, una nueva vida deseable dentro de la cotidianeidad y lo auténtico. En buena hora.